miércoles, 5 de marzo de 2014

JOSÉ HERRERA. Habitaciones

Exposición "Habitaciones", de JOSE HERRERA, en la Casa Torres Hernández Farré, de Güimar


El artista José Herrera ha presentado, a partir de este pasado sábado, día 1 de marzo, una exposición individual, bajo el título de "Habitaciones", en la Casa Torres Hernández Farré, de Güimar. Esta muestra estará abierta al público a lo largo de este mes de marzo de 2014, en horario de 10 a 13:00 y de 16 a 19:00 horas.



Hemos querido y decidido hacer un comentario de esta muestra, en nuestro Blog, no sólo por el interés del artista que la protagoniza, sino también por el planteamiento en sí mismo de la exposición, y el  lugar elegido para desarrollarla.
El sábado, día uno, pusimos camino en dirección a Güimar, con toda intención y voluntad, porque el amigo José Herrera nos tiene ganado a su causa, desde hace ya bastante tiempo. Su trabajo ha seguido una trayectoria y desarrollo prácticamente impecable, y en varias ocasiones incluso ejemplarizante. Para sorpresa propia y de muchos otros, que también acudieron a la inauguración, o tal vez no tanto, nos encontramos en Güimar un nutrido grupo de amigos de Pepe, artistas y profesionales del arte, vinculados a la Universidad de La Laguna, en sus Facultades de Filología y de Bellas Artes, como también críticos y comisarios de arte. La satisfacción por encontrarnos en Güimar, en torno a esta exposición de José Herrera, era claramente colectiva.

En la presentación de la exposición tomó la palabra José Herrera, después de un agradecimiento previo a los propietarios de la Casa Torres Hernández Farré, por haber cedido la misma para que Pepe interviniera en ella, y fuese distribuyendo su obra en las distintas habitaciones de la casa. Pepe nos comentó a todos cómo le había llegado la propuesta, cómo se había trasladado a Güimar a conocer el espacio, cómo se introdujo en el mismo y comenzó a convivir e identificarse con las distintas habitaciones. En palabras suyas, en todo momento se sintió bien mientras recorría las estancias y planificaba lo que podía realizar o presentar en cada una de ellas. Las dificultades, reconoció, sólo se le presentaron a la hora de habilitar el espacio, ya que se trataba de una casa deshabitada, con muchos enseres en desuso en su interior. Hubo que limpiarla, incluso arreglar buena parte de la techumbre, para que no se mojara el interior, y ponerle además una mínima iluminación, con bombillas como las que podemos encontrar en cualquier de nuestras casas de campo. En este punto, en concreto, José Herrera aclaró que su intención es que la exposición se pudiese contemplar con luz de día, por lo que la escasa luz eléctrica presente no resultaba determinante.


Todo estaba mostrado con una pulcritud, limpieza y sencillez, que llamaba claramente la atención, nada más llegar a la exposición, en el pasillo de entrada, en donde José Herrera aprovechó un armario acristalado, a modo de estantería, para mostrar un buen grupo de sus trabajos sobre soporte de papel. A partir de ahí, en la primera estancia a la derecha nos encontramos tres grandes piezas, depositadas directamente en el suelo de madera de la habitación, con una forma de cruz corta, con sus cuatro brazos iguales, a partir de la que las piezas se abren en forma abocinada, todas ellas pintadas en un color azul intenso.


Desde esta misma estancia se accede a otra habitación en la que José Herrera colocó una serie de sábanas blancas pinzadas como en una tendedera y alineadas en filas sucesivas, llenando por completo el espacio, generando una obra penetrable, en la que el visitante puede integrarse literalmente en la obra, pasando a formar parte de ella.


En la siguiente habitación José Herrera inundó las tres paredes de la misma con un sinfín de pequeñas piezas clavadas a la misma, modificando por completo este espacio, creando un nuevo escenario muy sugerente y atractivo. Desde aquí accedemos a otra de las habitaciones en la que Pepe modifica el planteamiento anterior, dejando solamente una pieza en el fondo de la habitación, una pieza dorada, que a pesar de su pequeñez en todo el espacio para ella nos gana inmediatamente nuestra atención.

 

Finalmente, la última habitación la reservó José Herrera para una obra, que ya tuvimos oportunidad de conocer, cuando decidimos invitarle a participar en la Bienal de Arte de Dakar, en Senegal. Se trata de una cama (en la Bienal de Dakar eligió una mesa), sobre la coloca una serie de almohadas desnudas, que va acumulando como en escalera y apoyando contra la pared del fondo, culminando con unas sencillas pinceladas en forma lágrimas de sangre, sobre la pared.


Independientemente de las obras presentadas, de sus formas, de sus planteamientos, queremos terminar destacando el compromiso de José Herrera, no sólo con su obra, sino también con el arte en general, con el arte de su tiempo y de su lugar de vivencia y de trabajo. Compromiso de Pepe además con los momentos que nos está tocando vivir, y haciendo frente a las decisiones que quienes nos dirigen y gobiernan, tanto en lo político como en lo económico, han venido adoptando a lo largo de los últimos años. El compromiso de José Herrera desde su propia casa y taller, en el monte de Las Mercedes, ante las decisiones urbanísticas que toma el Ayuntamiento de La Laguna, y que tanto afectan a la Vega lagunera, son bien conocidas. Un compromiso a las claras, abierto a todos incluso a través de los actuales canales de internet. Este hecho destaca aún más, cuando tanto en falta se echan declaraciones y compromisos desde las cátedras y doctorados de nuestras Universidades, como desde las posiciones de todos aquellos que ostentando puestos determinantes en el mundo cultural y del arte de Canarias, no llegamos a oír y escuchar sus propios compromisos y solidaridad con la sociedad y con nuestro territorio.


Felicitamos a José Herrera, y recomendamos a todos que se acerquen a Güimar a conocer su exposición "Habitaciones". Les garantizamos que no perderán el viaje.